Brisas del Mediterráneo 2013 - Día 1: embarque en Barcelona

Esta entrada forma parte de una serie dedicada al crucero por el Mediterráneo del que disfrutamos en julio de 2013. Las entradas están recopiladas en Brisas del Mediterráneo 2013.

Tras la introducción de hace unos días, comienzo ya aquí a hablar sobre el crucero en términos más concretos, empezando por nuestra salida de Málaga. Empieza la chicha.

Viaje a Barcelona

El sábado 20 de julio nos levantamos a las 6 con un sueño indecible para coger el AVE que salía a las 7.10. A esas horas intempestivas las carreteras estaban vacías y llegamos a la estación en un suspiro. El taxista que nos llevó se quedó los primeros 10 € de la semana de crucero, pero al menos cumplimos nuestro objetivo de llegar a tiempo para poner las maletas en un buen sitio.

Para la ida elegimos la opción que hacía un transbordo en Madrid porque llegaba una hora antes que el directo (también salía antes, claro) y no queríamos agobios en Barcelona para el embarque. La parada en Madrid fue a las 9.40 y el siguiente AVE salió a las 11.30 para llegar a Barcelona a las 13.20. El trayecto Málaga-Madrid no hizo ninguna parada, mucho mejor que en nuestro anterior viaje en AVE. El Madrid-Barcelona paró un par de veces, en Zaragoza y Tarragona. Con menos de 4 horas de sueño a mis espaldas, en ambos tramos cayó alguna cabezadita.

El taxi desde la estación de Sants al puerto de Barcelona tardó muy poquito también —de haber llegado una hora más tarde en el AVE directo no habríamos tenido ningún problema— y a las 14.00 ya teníamos todo el papeleo previo hecho y la tarjeta de Pullmantur en la mano. Para esta entrada tan rápida fue imprescindible haber hecho el check in online en las semanas previas y haber imprimido las etiquetas para las maletas. Muy recomendable, por tanto, hacerlo así. No hicimos cola para la facturación de las maletas porque llevaban las etiquetas mencionadas y un trabajador de allí directamente se acercó a nosotros y se las llevó. Entramos a la terminal y nos fuimos a la cola de los que habíamos hecho el check in online, con bastante menos gente, para que nos hicieran la tarjeta. En el proceso hasta te hacen una foto con una webcam, foto que afortunadamente solo ven ellos, porque menudas ojeras llevaríamos. Esta tarjeta nos acompañaría durante todo el crucero y era obligatorio enseñarla para poder salir y entrar del barco en los puertos de paso. Además, servía para abrir el camarote y para pagar cualquier compra a bordo, ya que iba asociada a nuestra tarjeta de crédito –hay opción también de dejar dinero en efectivo–.

En el Sovereign

El Sovereign desde la pasarela de Embarque
El Sovereign desde la pasarela de Embarque

En la pasarela que lleva al barco nos hicieron la primera foto de rigor —y la única que compramos— y por fin pudimos entrar al Sovereign. El barco impresionaba por su tamaño desde antes de entrar, ya desde el taxi pudimos ver que era enorme —y hay cruceros aun mayores—, pero por dentro no es menos impresionante, con moqueta por todas partes y una apariencia que no te esperas en un barco, sino más bien en un buen hotel; y justo eso es el Sovereign: un barco-hotel.

La primera visita obligada fue a nuestro camarote, el 6049, dos cubiertas por encima de donde entramos. Allí grabé el siguiente vídeo:

Sí, lo sé, lo he grabado en vertical por descuido, pero no me fustiguéis por ello, que ya lo hago yo. Espero que al menos sirva para que tengáis una idea de cómo era el camarote. Mariluz lo esperaba más pequeño; yo había visto tantos vídeos (en horizontal) y fotos en internet de los camarotes que me lo esperaba justo así. Donde sí noté la falta de espacio fue en la ducha; falta de espacio, exceso de cuerpo… llamadlo como queráis. Como ya digo en el vídeo, lo único que eché en falta en esa primera toma de contacto fueron mesitas de noche; pero al final tampoco fue para tanto, había un hueco a lo largo de la pared que hacía de cabecero de la cama donde pudimos dejar gafas, móviles y demás por las noches. El camarote tiene lo que cualquier habitación de hotel, pero allí apenas se pasa tiempo, para dormir y poco más.

Dejamos el equipaje de mano y poco después disfrutábamos de nuestra primera comida a bordo en el buffet Panorama. La comida fue buena en general, aunque el pescado, lenguado creo recordar, que probé dejaba mucho que desear. Tanto, que no volví a probar ningún pescado de allí; total, habiendo carne…

Disfrutando de la primera comida en el Sovereign
Disfrutando de la primera comida en el Sovereign

A las 17.30 tocó simulacro de emergencia: coger los chalecos salvavidas del armario del camarote e ir al lugar designado —indicado a la entrada del camarote—. Aquello fue un agobio: todos los pasajeros por los mismos pasillos repletos, el chaleco pegaba un calor de la hostia, sobre todo el mío, que era más pequeño de lo normal). Pero era obligatorio por seguridad, claro. Menudos sudores nos corrían a todos por el cuerpo y menos mal que no hicimos caso a lo que decían las instrucciones de llevar ropa de abrigo… ¡habría sido una locura!

A las 18.30 nos fuimos al lounge-bar 360, donde había una quedada del grupo de Facebook que se había hecho a partir del hilo de nuestro crucero en el foro de LosViajeros, que tiene un hilo específico para cada fecha de cada crucero con el fin de poner en contacto a los pasajeros. Allí conocimos a algunas personas con la que luego pasaríamos bastante tiempo durante el resto del viaje. Fue un rato agradable y la primera socialización del crucero.

Todos los días a las 20.30 —a las 22.00 para el 1º turno de cena— había un espectáculo en el salón Broadway. Y allí que estábamos nosotros para ver el primero, que se llamaba Bon Voyage y consistía en una muestra de lo que nos esperaba en los siguientes espectáculos. Lo presentó el director del crucero Mariano Pastrana, que además de hablar algo así como 7 idiomas, tenía un don para el entretenimiento, como demostró en todas las presentaciones de los espectáculos. Tras el espectáculo nos explicaron algunas cosas sobre el crucero.

La siguiente socialización fue en la cena, para la que había dos turnos: uno a las 19.30 y otro a las 21.45. Nosotros habíamos escogido el segundo, que eso de cenar a las 19.30 no nos pareció buena idea, y no nos arrepentimos en ningún momento de la decisión. Éramos 8 en la mesa, 4 parejas de desconocidos, pero poco a poco se fue rompiendo el hielo y fue una buena velada. Con el transcurrir de los días iría mejorando aun más al ir cogiendo confianza con nuestros compañeros y tener como tema de conversación las excursiones de cada día. Como no apunté el menú completo, pongo aquí solo lo que comimos nosotros ese día y lo mismo haré en el resto de entradas. Las cenas constaban siempre de un entrante, un plato principal y un postre, a elegir en todos los casos entre varias opciones. Como principal siempre había algunos platos fijos como pollo asado o huevos fritos con patatas, supongo que pensando en los niños. Mi elección esta primera noche fue la siguiente:

  • Crema de lentejas
  • Rabo de toro
  • Surtido de quesos

Y Mariluz tomó:

  • Ensalada caprese
  • Rabo de toro
  • Surtido de quesos

Buena calidad y más bien escasa cantidad, justo lo que esperábamos. Eso sí, al agua no sé que le pasaba que no nos gustó a ninguno. En mi caso el primer vaso no me pareció tan malo, aunque el sabor era raro, pero el segundo no me gustó nada. Casi todo el resto de la mesa pidió otra bebida tras probar el «agua». Y esa fue la tónica general en el resto del viaje en lo que al agua se refiere, creo que yo era el único que se atrevía con ella, aunque siempre cogía también un refresco. Eso de que el agua cambie de sabor con cada vaso me sigue pareciendo raro.

Tras la cena y una visita rápida al camarote quisimos ir a la fiesta de los 70 y 80 que había en la sala Rendez Vous, pero allí ya no se cabía. Decidimos ir en su lugar al 360 a disfrutar de música en directo y un cocktail. Tampoco fue mala idea pasear por una cubierta exterior a ver el avance del barco por el mar a la luz de la luna. Una experiencia muy recomendable. Al final conseguimos sentarnos en la fiesta de los 70 y 80 y estuvimos allí un rato disfrutando de buena música.

Poco más tarde de la 1 volvíamos al camarote a dormir, que entre el madrugón, el viaje en tren y el recorrido por el barco estábamos reventados.

Más sobre el día 1

Tengo un álbum en Flickr dedicado al Sovereign con algunas de las fotos que hice este primer día y en los siguientes.

Gastos del día: 45.30 €

  • Taxi en Málaga: 10 €
  • Desayuno para 2 en el AVE: 5.70 €
  • Chocolatinas en Madrid: 2.60 € (las esperas con chocolate son más amenas)
  • Taxi en Barcelona: 18.75 €
  • Foto del embarque: 8.25 €

Información de actividad (vía Fitbit One de Mariluz):

  • 10009 pasos
  • 1920 calorías
  • 6.62 km
  • 12 plantas subidas